CARTA DE UNA MAMÁ A SUS HIJOS
– Siempre que quieren hablar de madres en la televisión
muestran mujeres con chicos en los brazos, sonrientes, dulces, cariñosas, sin
una pizca de cansancio, espléndidamente maquilladas y a eso agregan
maravillosas frases de posters. ¡Mentiras!
– Las mamás no somos abnegadas amantes del sacrifico y
aguerridas guerreras que todo lo pueden.
– Las mamás lloramos abrazadas a la almohada cuando nadie
nos ve, pedimos la epidural en el parto y maldecimos en 17 idiomas cuando
tenemos que poner el despertador a las 2 de la mañana para ir a buscarlos a una
fiesta.
– Cuando les decimos que no se peleen con ese compañerito
que les dice “enano”, “gordo” o “cuatro ojos”, y les damos toda clase de
explicaciones conciliatorias cuando en realidad querríamos tener el cogote del
pequeño verdugo entre nuestras manos.
– También pensamos que la vieja de geografía es un mal bicho
cuando les baja la nota porque no saben cuántos metros mide el Aconcagua que,
al final, a quién cuernos le importa. Pero no lo podemos decir.
– No es que nos encante pasarnos horas en la cocina tratando
de que el pescado no tenga gusto a pescado y disimulando las verduras con toda
clase de brebajes, en lugar de darles una hamburguesa a la plancha.
Es que tenemos miedo de que no crezcan como se debe.
– No es que nos preocupe realmente que se pongan o no un
saquito.
Es que tenemos miedo de que se enfermen.
– Porque ser mamá no solo tiene que ver con embarazos,
pañales y sonrisas de aspirinetas. Tiene que ver con querer a alguien más que a
una misma. Con ser capaz de cualquier cosa con tal de que ustedes no sufran.
– Las madres, somos felices cuando a ustedes les encanta
nuestra comida, cuando nos consideran sabias por contestar todas las preguntas
de los concursos de la tele, cuando vienen llorando a gritos porque se rasparon
la rodilla y nos dan la posibilidad de darles consuelo y curitas. Cuando recién
levantadas nos dicen, qué linda que estás mamá! Eso nos da alegría, ganas y
fuerza.
– Nos lavamos la cara y salimos del baño con una sonrisa de
oreja a oreja para hacerles saber que la vida es buena, aunque nos vaya como un
$#%!?.
– Cantamos las canciones infantiles... vemos Barney,
repasamos 500 veces la tabla del 8, les llevamos al fútbol, a las clases de
Inglés, a dibujo, a la psicóloga, al básquet, al volley, a danzas, a la casa de
la amiga, a la maestra particular, al dentista, al médico, a comprar un
pantalón.
Y armamos 24 bolsitas con anillitos y pulseritas… y tratamos
de que la torta parezca un Pikachu o rayo Mcqueen… y nos buscamos otro
trabajo... y sacamos créditos y nos compramos libros... y vamos al psiquiatra y
a los videos y negociamos con los maestros y los acreedores... y recortamos
figuritas y estudiamos junto a ustedes ríos, provincias, capitales de países y
nos ponemos lindas y nos enojamos y nos reímos... y nos salimos de quicio y nos
convertimos en la bruja y la princesa de todos los cuentos... todo por verlos
felices.
– Gracias!... por los trabajos hechos en la escuela que aún
los guardo como un tesoro, gracias por los abrazos, los besos, las cartitas,
los boletines de calificaciones, los dibujos en el refrigerador, las lágrimas,
los dientes de leche, los dolores, la Amoxicilina, el Buprex, las noches sin
dormir, las plantas rotas del jardín (por jugar a la pelota), por mi maquillaje
arruinado (por ser usado para jugar a la mamá), por las fotos de la primaria…son
mis mejores medallas.
Gracias porque LOS AMO...
Gracias por hacerme su mamá.
Gracias por hacerme importante. Ese!... es el AMOR QUE ME
HACE GRANDE.
-Isabel Allende-
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